viernes, 22 de abril de 2011

Borregos?

Ya sé que tengo el blog un poco abandonado, no ha sido una buena temporada, espero en breve ponerlo al día con los post escritos y no subidos.

Llueve en este Jueves Santo que más que Santo es húmedo y ante la imposibilidad de procesionar hay que buscar alternativas. No muy lejos de aquí; en coche, se tarda más o menos la mitad de lo cuesta subir el perdón por el camino de los peregrinos. Hay una ciudad bimilenaria, aconsejable por variadas cosas. Pero en los días como hoy, Jueves Santo y mañana Viernes Santo, hay una que resalta por curiosa y típica. Nadie sabe a ciencia cierta cuándo comenzó esta costumbre, pero si preguntas al mayor de todos los que te encuentres, te dirán que sus abuelos ya jugaban. Se trata de un juego, que ni los avatares de la Guerra Civil, ni la hambruna de las postguerra, ni tan siquiera el férreo control policial de la dictadura en época de cuaresma consiguieron frenar. Hablo de un juego, si, un juego con poco fuste, un juego sin habilidad especial, ni inteligencia. Azar, puro azar. Cuentan, a veces con demasiada emoción que en los años buenos, los 80, 90, constructores y empresarios, de Bilbao, de aquí Pamplona y otras ciudades limítrofes, viajaban con maletines repletos de dinero que cambiaban de mano, de posición y de bolsillo al capricho de esa diosa que nada tiene que ver con estos días. También cuentan y yo lo sé, que no hace muchos años un afortunado tras varias tiradas consecutivas de buenas, logro acaparar tal botín, que el dinero camuflado por bolsillos, entre ropas, atado junto al cuerpo, proporcionaba tal volumen que se hubo de llamar a la policía para que lo escoltase hasta llegar a casa, por miedo a ser atracado. También se cuentan historias mas tórridas que tal vez merezcan un escrito aparte, donde haciendas cambiaron de manos, e incluso se jugaron a las mujeres. Pero eso fueron otros tiempos, ayer la mesa estaba ligera de billetes para amontonar. El juego en si es simple, una mesa de billar de tres bandas, un poco adaptada, simplemente se coloca un foso en una esquina, en la esquina contraria la que se tira, un rodillo parecido al de amasar que se ha rebajado un poco en el centro para que entren ocho bolitas. Se golpea o empuja las bolitas con el objeto de que entren en el foso, pero solo interesa al tirador que ejerce de banca en ese momento, que entren pares o todas, que es cuando gana y hace buenas. Si entran impares pierde y son malas, si no entra ninguna se considera nulo, y a los tres nulos el tirador pierde su turno. Los ingredientes para hacer bien esta labor, son un 10% de habilidad y un 90% de suerte. Es un juego en que la organización no se queda nada de lo apostado, ni de la banca, ni de las personas que apuestan entre ellos de forma privada. Solo hay que sacar un numero que te da derecho a tirar y ahí, si se pagan tres Euros, los habituales, por no decir profesionales, sacan varios y a distintas horas para poder tirar en determinados momentos y tentar, o no agotar su suerte. En la parte de la mesa que no se usa, sobre el tapete verde se va dejando el dinero, montones que a la par se cubren. La adrenalina corre, la tensión se masca, la impaciencia se siente, un juego rápido en el que, el que tira con cada tirada dobla la cantidad siempre y cuando haya gente que lo cubra, así que en unas pocas tiradas si se empieza con 500€ podemos estar hablando de más de 32.000 ó 64,000€ cifras abultadas, que este año yo por lo menos no he visto. Un dato curioso, es que el juego esta vetado a mujeres, tanto para jugar como para mirar, un pequeño reducto que queda exclusivamente al hombre, y es así por que se hace en sociedades privadas que tienen sus normas.
Y ya con el día despertando vuelvo a casa con algún euro mas en el bolsillo, y con la sensación de que me faltan unas sopas de ajo, como las que se comen en el descanso de la procesión del cinco de copas en Zamora, una noche como esta. Hay que descansar que mañana, bueno hoy, dentro de unas horas hay que ir a un entierro, Santo, eso si. Ha llovido intensamente durante toda la noche y ahora me dejo mojar por el agua que cae ligera y me refresca el alma.

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