jueves, 8 de marzo de 2012

Pili Pili


De lo que se trataba era de meter un gol y recibir un poco de calor de pecho ajeno, y ya que iba a ser así que menos que preparar una buena cena. El plato fuerte era bacalao, algo tan sabroso y jugoso como complicado a la hora de conseguir su máxima textura, es un plato en apariencia simple pero todos sabemos que requiere de una extraordinaria pericia para no descalabrar el plato y se quede seco. Hoy os enseñare una manera poco ortodoxa de hacer un bacalao al Pil Pil pero que garantiza una suavidad y textura extraordinaria.

El fin de semana fue agotador, en esta tierra se suele caminar bastante el primer fin de semana de marzo, y con bastante no me refiero a un par de horas, sino a dos jornadas de larguísimo recorrido, mas o menos 130.000 pasos en mi caso. Tras el considerable reposo del domingo recibí una grata llamada el lunes, estaba de paso una  amiga y se quedaría a cenar. Yo ponía la cena y el vino y ella se encargaba de los demás aderezos de la fiesta, y en eso entraba la escasez de ropa, alargadas caricias y una agradable conversación con pocas palabras. Como aun duraba el cansancio lo mejor era hacer algo sencillo que no me robase muchas energías para terminar con un buen remate en la noche. Luego hablare de Pili que se que no le importara, entre otras cosas es esplendida y siempre esta dispuesta a prestar su cuerpo.

Tenia calabaza, que da mucho juego tanto para pasteles como para cremas, o como guarnición asada, almendras crudas, bacalao desalado y congelado con bastantes pieles sueltas también desaladas y congeladas y aprovechando que Huesca esta en los Pirineos también me quedaba un poco de Pastel Ruso.

Para cenar;
Crema de calabaza y almendras
Bacalao al Pil Pil
Pastel Ruso
Para beber;
Murmuron 2011 y
Don Guido  Pedro Ximenez (también es golosa)

Lo primero fue trinchar puerro y cebolla y pochar hasta reblandecerlos bastante, en esta fase os aseguro de verdad que el tamaño no importa, el de los trozos digo, ya que después se va a triturar, añadir una pastilla de caldo es de sabios por que no es fácil tener a mano un buen caldo de carne y no estaba por la labor de hacer uno. Pelar la calabaza, trocearla y agregarla al pochado, dejar que se empape un poco en el aceite que menos que tenga una pequeña satisfacción antes de que termine cocida, añadir un puñado de almendras crudas, salpimentar, agregar agua hasta cubrirlo y dejar cocer media hora mas o menos. Triturar con la batidora hasta que quede una crema fina, aquí se le puede añadir nata, estará mucho mas suave y rica, pero allá cada uno con sus michelines, un chorrito de Amaretto, que potenciara el sabor de la almendra amarga, dejar hervir un poquito y rectificar la sal, el Amaretto aunque es ligeramente amargo también es dulce. Queda una crema suculenta, con un aroma sutil a almendras amargas, con un sabor delicado, profundo y largo, ósea para quedar bien.

El Pil Pil, a todos nos viene  a la cabeza, rato y rato bailando una sartén al son de una música agradable y con el penetrante aroma del tempranillo en una mano y con la otra acariciando la perola, en suaves vaivenes que nos recuerda mas otra actividad.
Pero hay truco para aprovechar ese tiempo acariciando otro cuerpo, otras curvas, otra melodía. Se pela una cabeza de ajos y se ponen a confitar, ósea en una sopera aceite y ajos a temperatura muy baja, para que suelten todo su aroma y el aceite quede perfumado, aquí también viene bien una guindillita, después de una o dos horas, dependiendo del tiempo (queda mejor de un día para otro) dejar que el aceite se enfríe y retirar los ajos. Ahora necesitaremos esas pieles que teníamos de antes también desaladas y descongeladas, que el proveedor de confianza nos guardara si le pedimos.
Nos hará falta la misma cantidad de pieles que de aceite perfumado con ajo, se introducen estas en la sopera con el aceite y se ponen a confitar, ósea a baja temperatura para que suelten toda su gelatina, después de un tiempo, otra hora mas o menos, se deja enfriar y lo pasamos por un colador sobre la sopera donde ya vallamos a presentar el bacalao, así separaremos las pieles del aceite. Si se ha hecho bien y no tiene por que hacerse mal, que es muy sencillo, el resultante será una salsa ya engordada, que se termina de montar con unas varillas según va cayendo, ya tendremos hecho nuestro Pil Pil, lo dejaremos en el fuego a temperatura baja, que se temple.

El bacalao os he dicho que lo haría de una forma poco ortodoxa, ponemos al fuego una sopera con agua, si con agua, suficiente para meter los trozos de bacalao que vayamos a hacer, se lleva a ebullición, cuando el agua este hirviendo metemos los trozos de bacalao con la piel hacia arriba, importante y retiramos del fuego. Dejamos que se vaya haciendo unos diez minutos, dependerá un poco del grosor de los tacos, lo sacamos, lo dejamos sobre un papel absorbente con la piel hacia arriba, que robe la humedad que haya cogido y se seque un poco, lo introducimos en nuestro Pil Pil ya con la piel hacia abajo y ya tenemos un plato, jugoso, sabroso y que se le sueltan perfectamente las lascas del pescado. Se le adorna con los ajos confitados y un poco de perejil picado y a triunfar.
La apuesta del vino es un poco arriesgada, un tinto con un pescado, rompe un poco con lo que hasta ahora decían los cánones de maridaje, la nueva tendencia en el mundo del vino es romper esas viejas costumbres. La primera norma es que cada uno debe beber lo que le guste con lo que le guste, yo creo que hay que hacer algún malabarismo mas para que no se perjudiquen mutuamente, pero tampoco llegar al esnobismo.


El Murmuron es uno de esos vinos de Rioja que a mi tanto me gustan y desconocidos para la inmensa mayoría. Es un vino joven de maceración carbónica. Un vino en estado puro, sin distracciones, honesto, encantador, con mucha personalidad, envolvente. Es delicado, intenso, fresco, goloso, de un color rojo picota con bordes violáceos, con fruta roja madura y recuerdos de regaliz, persistente.
El postre era sencillo y además conjuntaba con la crema de calabaza, mas almendra, abrir la caja y cortar trozos, con la rigidez necesaria, eso la da el frío, para que no se desmoronase pero la textura justa para que se deshaga en el paladar.

Estaba sentada sobre mis piernas frente a mi a horcajadas, desnuda, entre risas y miradas picaras metía los trozos de pastel delicadamente en mi boca con sus dedos, limpiaba la comisura de mis labios con su lengua, ocultando cualquier rastro que pudiese quedar. Posicionaba su cuerpo junto al mío para que mi polla recorriese su coño, despacio y recreando los vaivenes de la sopera del bacalao penetraba en ella engordando el deseo. Mientras el Pedro ximenez desbordaba su boca por mi mano y se escurría por su cuello, por sus tetas, por sus pezones y mi lengua lo lamia y su lengua limpiaba mi lengua, y seguía escurriendo hacia abajo, y se apartaba y golosa, chupaba, engullía mi polla endulzada de sus jugos, del vino y volvía a subir y encajarse de nuevo, condimentado mi placer, aderezando mi alma.

Tardare en olvidar, esa mezcla de sabores penetrantes y persistentes, se pasó el tiempo sin hablar de ella, lo dejare para la próxima ocasión.

martes, 14 de febrero de 2012

Que cordero !!! Asado



Ya se que estas cosas saben mejor en verano, que un refresquito pues eso para refrescar. Pero os aseguro que en mi casa hace calor aunque se pueda ver nieve por la ventana, así que no hay escusa. El Campari de por si ósea desde siempre ha sido amargo, es un sabor raro, casi diría que se asemeja a una sumisa, con un característico sabor al principio muy marcado, amargo, difícil de asimilar, a la vez que es penetrante y aterciopelado en la boca. Tiene una segunda fase de adaptación, te corteja la complejidad de sus sabores, te invita a descubrir sus misterios, su fragancia, su franqueza y sobre todo su firmeza y aguante en boca. La tercera fase es cuando ya lo has Dominado y te regala esa quietud, ese disfrute permanente, que te ensalza, que te provoca de una forma comedida, frenando las ansias por acabarlo pronto, esa placidez teñida de placer. Pero hay que complicarlo y lo ideal es acompañarlo de tónica, mas amargura, no importa cual siempre y cuando esta tenga abundantes burbujas, no olvidemos que hablamos de un refresquito, unas cortezas de naranja, que lo termine de perfumar, sin aportarle acidez y abundante hielo. Y para ponerlo en su sitio un golpe de vodka, la Roberto Cavalli con todo su glamour, su botella estilizada, que adorna mucho, se acabo, pero la Grey Goose que bebo ahora me gusta mas, que recuerde quien manda y a quien debe agradar. Simple, un aperitivo para disfrutar en trago largo y sorprender.

Receta
En vaso grande con abundante hielo, una corteza de naranja, Campari al gusto, hasta la mitad del segundo hielo, pudiera ser, tónica la que quepa y el golpe de Vodka.


Pero yo venia a hablar del cordero asado, una plato que en apariencia puede ser complicado pero que a la definitiva es muy simple, yo diría que solo hace falta calor, buena materia prima, tiempo y un poco de amor, si es del que te dan, bien, pero mejor aun del que robas. Para la receta necesitaremos cordero, mejor cabrito, la cantidad depende del aperitivo y si hay algún otro plato mas y del hambre de cada uno claro. Unos 350 gramos por persona va bien, un horno seguimos con lo mismo, de leña ideal, pero el de casa sirve también. Una bandeja, una cabeza de ajos entera, unas ramas de romero, excusa para salir al monte, sal y agua, el agua aparte en otro recipiente para que aporte humedad, un buen aceite de oliva se podría usar pero si la carne es buena no es necesario. Encendemos el horno a 120 grados, dejamos que se atempere mientras salamos el cabrito, lo colocamos en la bandeja con la piel hacia abajo, despreocupadamente acercamos también los ajos y las ramas de romero para que vayan soltando su aroma, y metemos debajo de la bandeja el recipiente con el agua. Tardara en hacerse unas cuatro horas, quizás un poco más. A mitad del tiempo se le da la vuelta ósea con la piel hacia arriba y aumentamos hasta 150 grados. Cuando estemos preparados para comer, se sube la temperatura al máximo, el gratinador y se acerca mas a la fuente de calor, en unos minutos la piel dorara y tendremos una exquisita carne asada de dentro hacia afuera, jugosa, sabrosa y delicadamente tierna, con la piel crujiente. No olvidéis que se puede desglasar lo que queda en la bandeja, acercándola al fuego vertiendo agua sobre ella y dejando que se convierta en un excelente jugo. Vendrá bien si sobra y al día siguiente recalentamos la carne, o si a alguno le gusta mojar pan. Que no se nos olvide comprar un buen pan que es lo que menos vale. El vino, un buen tinto, en esta ocasión un Toro Liberalia cabeza de Cuba. Goloso, carnoso, armonico, rojo picota con borde violaceo, sabor a frutos negros maduros, persistente, toque mineral y madera, regusto tostado, potente y equilibrado.


Y para terminar unas fresas claro ;))) Que dan mucho juego a la hora de comerlas. Feliz día