viernes, 29 de abril de 2011

Volvemos a pasear?



A veces me gusta pasear, que paseemos, sin rumbo, enfilamos callejas desconocidas que desembocan en otras, que se estrechan y resuena nuestro andar cómodo. Giro la cabeza y te miro, me sigues de cerca, te espero. Charlamos, comentamos la curvatura de las paredes, como el tiempo las adapta, las esculpe con esa curva graciosa, igual que te esculpe a ti entre mis manos. Llegamos al mercadillo que esta semana han montado. Suenan las trompetas, dos centurias romanas se abren paso, las piernas musculosas atropellan en su andar a los despistados, los escudos por delante, no se detienen. Miras maravillada la marea roja salpicada de cuero, los penachos de sus cascos se cimbrean potentes. El paso marcial acompasado pronto nos deja atrás.
Nos detenemos en el puesto de las especias, te adelantas, miras como pregunto por el curry, nos lo acercan lo hueles con deleite, todo es un fragor de aromas, nos perdemos; en la amarilla cúrcuma, en el chile picante, en el rojo pimentón de la vera, los clavos, el anís estrellado, junto a mi descansas, esperas. Los rollos de canela son imponentes, aromáticos, gruesos. Te miro, están atados en racimos de cinco, me miras, te sonrojas, sabes lo que pienso y hay demasiada gente. No dices nada, te sujeto la barbilla, miro tus ojos entregados, perdidos, inicias el movimiento de levantar la falda, se ven los correajes que a modo de liga sujetan las medias. Las argollas quedan al descubierto. El tendero con su atuendo perdido de otro tiempo, nos deja, va a atender a otra gente, nos quedamos solos en medio de una turba ruidosa. Tu mirada brilla, desde mi altura veo el final de tus muslos, los correajes, el final de ellos, mas anchos, y la ingle que quiere mostrarse, te paso el bouquet mono oloroso, lo tomas con la mano libre, te sujeto para que no te balancees. Me miras fijamente, pidiéndome permiso, asiento. La canela se dirige a tu coño, aguanto hasta el ultimo momento para frenar tu mano, aun no, aun no es tu momento te digo. Respiras, no se si de contrariedad o de alivio, no me importa, las dos me sirven. Olemos más hierbas, té de infinidad de colores, sabores. Sonríes, sonrío, paseamos juntos. Continuamos por la calle ancha abarrotada de gente, un halcón nos sobrevuela, su graznido te asusta, te agarras fuerte a mi brazo, lo ves y sonríes, ves como se posa en un brazo en alto, junto al puesto de gominolas.
Hacia allí nos dirigimos, estas golosa me dices, por donde pregunto, te vuelves a sonrojar, pero una pequeña mueca de risa queda en tus labios. Hay muchas de sabores y colores atrayentes, no te decides, decido por ti, dos de cada sabor y de Gin tonic cuatro. Nos llenan una bolsa, no pensé que habría tantas, la frambuesa penetra en mi nariz, su olor dulce, tu olor. Te la paso, la llevas a la boca hago un gesto de negación y miro hacia abajo. Aquí si, este si es tu momento, tienes suerte, el halcón sobrevuela de nuevo todas las cabezas, por un momento, no eres en centro de atención, el circulo que habían hecho a tu alrededor todos excepto yo se cierra, dejan de otorgarte ese privilegio y aprovechas entonces para introducirla en mi coño. Te miro fijamente, no miro al pájaro, te miro a ti, tu gesto de complacencia, me llena, me hace sentir bien. Cojo una de limón y la deposito con cuidado en tu boca, los labios la exprimen, los dientes han quedado atrás, inertes, tus labios chupan como sabes que me gusta que lo hagan. Me sonríes con la boca llena, feliz. Tomamos te verde con menta en una jaima improvisada, los aromas de los dulces árabes nos embriagan, sucumbimos a su sabor en las bajas banquetas junto a la mesa de latón repujado, tus piernas se separan a mi orden, me muestras el coño, que supura tu esencia dulce mezclada con frambuesa. Jugamos a intercambiar bocados de dulces, a compartir, a descubrir los ingredientes de cada uno, a premiarte, hoy lo has hecho bien. Preguntamos cuando será la próxima, nos emplazan un calendario con fechas, que aceptamos encantados.

Vamos de pesca, gusano?

martes, 26 de abril de 2011

domingo, 24 de abril de 2011

¿Qué flor, única, acaso sucedera mañana?


Llego un poco tarde, pero estos dias todo va descompasado, Para todas, las que lo lean y mas para las que lo sientan. Un beso




Miro hacia atrás y veo
repetirse las rosas.
¿Cómo saber cuál era?
Porque yo busco la última
flor, la que permanece
a pesar de las flores.
Y ahora al volver la cara veo aún
el sitio donde voy
y la rosa que busco.
        (La acacia,Gala)

sábado, 23 de abril de 2011

...quería arrástrame a la deriva de una tarde que acababa...


Me costaba  abrir los ojos, la noche quedaba borrosa. Intentaba rehacer cronológicamente lo acontecido. Por más que lo intentaba me perdía en una maraña, de sensaciones y sentimientos que aumentaban mi desazón. Era incapaz de recordar mas allá de vaguedades, sabía que debía buscar la punta de la que empezar a tirar. La lengua estropajosa parecía no caber en mi boca, el sabor acre, nauseabundo me producía arcadas que a duras penas podía mantener dentro de mí. La cabeza me dolía como si la hubiese separado dos metros de mi cuerpo. La noche había empezado con una fría lluvia, eso sí lo tenía claro, poco a poco sin llamar la atención arreciaba, la procesión había salido ya y dudaban si debería volver o terminar. Mi sombrero de fieltro marrón, se empapaba del frio liquido, mi cabeza bullía en desasosiego, no podía centrar los pensamientos y como una autómata, seguía un paso, que me resultaba ajeno, había rechazado trabar, permanecer dentro del grupo  oculto tras la tela morada, no me pareció una buena opción. La cazadora de piel, húmeda empezaba a ser incomoda, su peso aumentaba, la rigidez se volvía tosca y el paso aumentaba alejándome de un principio que no sabía si tenía final. Acorte por unas callejas que descendían precipitadamente, las paredes parecían juntarse, estrechas, las gotas resplandecían en el ámbar de las farolas, parecían danzar, como burbujas de oro que no tenían prisa por descender. Me tumbe en el suelo abriendo los brazos, mirando hacia un futuro que se precipitaba hacia mí. La lluvia se estrellaba contra mi cara, al principio me pareció que las gotas me esquivaban, que me respetaban, después con brusquedad, con maldad manifiesta una tras otra martilleaban mi rostro. No sentía, el frio, no sentía el arroyo que corría bajo mi espalda, que quería arrástrame a la deriva de una tarde que acababa. En mi mano, la botella aun contenía algo de lo que antes la había llenado. La aproxime a mi boca, bebiendo con avidez, dejando que el alcohol quemase mi garganta, me llenase, me diese el valor suficiente para salir de ese naufragio que me consumía. No quería moverme, estaba bien allí, con los tambores lamentándose cada vez más lejos, con el sonido ausente del día. Nada parecía tener importancia, solo el agua, solo el vodka, volví a beber un trago pronunciado que llego al fondo de mi estomago, que me quemo por dentro, que me recordó que aun estaba vivo, me dio calor, un calor que sentí artificial. Pero fue suficiente para que me pusiera a cuatro patas, y gateando llegue a la pared, me senté en la acera, al respaldo de una fría fachada gris. Mire hacia la farola, me pareció tan bella esa imagen, que me quede contemplandola, tanto tiempo que perdí la noción, la realidad. Veía las chispitas brillar, deshacerse, juntarse, agruparse, estrellarse contra el suelo, explotar. Di un último trago y lance la botella hacia lo alto, arrasaba cuanto se encontraba a su paso, destruía diminutos universos que resplandecían rotos, desplazaba como un vendaval siluetas que seguían al norte. Hasta que un sonido estridente aplasto mi visión, destruyendo ese momento. Serpenteé por la pared con mi espalda, hasta erguirme de una manera tosca, mi cuerpo encorvado, se precipitaba antes que yo, con cada traspié, mi cabeza parecía estallar, mi sombrero había desaparecido y mi pelo escurría sucio un líquido pegajoso…

Página 89, 5ª linea

No suelo entrar en el juego de las cadenas, sobre todo en la de los premios, por que al final creo que es una palmadita en la espalda que nos pasmos unos a otros, sin ningún otro fin que el de hacernos notar. No así en este que si me parece interesante, y otro que me pasaron al otro blog y que subiré en este, cuando conteste las preguntas. Y hoy con más razón al ser el día que tiene que ver con la lectura. Voy con ello Maiko 舞子

Soy un poco atípico y eso también se nota en mis hábitos de lectura, nunca leo un libro solo, suelo hacerlo de tres en tres, no es que los lea al unísono, que podría hacerlo, es mas controlar mis ánimos, mis emociones, mis sensaciones a través de la lectura. Imponer el ritmo, frenarlo, aderezarlo e ir jugando con los tiempos de las letras que van apareciendo. Termine esta semana Riña de Gatos, Mendoza me gusta desde que leí el laberinto de las aceitunas, ese ya no cuenta. Los tres que estoy leyendo ahora son;

Sables y Utopías Visiones de America Latina de Mario Vargas Llosa
Una recopilación de sus mejores artículos desde los años 60
Las "putas tristes" de Fidel

Nunca he pretendido engañar a nadie sobre la naturaleza de su régimen ni sobre los principios en que se funda su manera de gobernar.

 
Gomorra de Roberto Saviano
Un valiente con la tumba ya preparada en el cementerio, se atrevió a infiltrarse y contar los entresijos económicos de la Camorra

Quiere que dependan totalmente de el. Una opción opuesta a las decisiones...

 
El contador de historias de Rabih Alameddine
Una historia central que entremezcla y anuda a muchas otras que al principio parecen inconexas pero que después van tomando forma y se van uniendo, con infinidad de personajes reales y de cuentos, que explican su moraleja para entender la historia principal. De lectura amena y fácil, con historias irreales, una esclava y mucho mas.

-¿Por qué? -pregunto Jayal, pero la desatenta curandera ya había iniciado el camino hacia su casa.
 
Estos son, lo que no haré será pasárselo a otros blogs, en eso sigo inamovible

viernes, 22 de abril de 2011

Borregos?

Ya sé que tengo el blog un poco abandonado, no ha sido una buena temporada, espero en breve ponerlo al día con los post escritos y no subidos.

Llueve en este Jueves Santo que más que Santo es húmedo y ante la imposibilidad de procesionar hay que buscar alternativas. No muy lejos de aquí; en coche, se tarda más o menos la mitad de lo cuesta subir el perdón por el camino de los peregrinos. Hay una ciudad bimilenaria, aconsejable por variadas cosas. Pero en los días como hoy, Jueves Santo y mañana Viernes Santo, hay una que resalta por curiosa y típica. Nadie sabe a ciencia cierta cuándo comenzó esta costumbre, pero si preguntas al mayor de todos los que te encuentres, te dirán que sus abuelos ya jugaban. Se trata de un juego, que ni los avatares de la Guerra Civil, ni la hambruna de las postguerra, ni tan siquiera el férreo control policial de la dictadura en época de cuaresma consiguieron frenar. Hablo de un juego, si, un juego con poco fuste, un juego sin habilidad especial, ni inteligencia. Azar, puro azar. Cuentan, a veces con demasiada emoción que en los años buenos, los 80, 90, constructores y empresarios, de Bilbao, de aquí Pamplona y otras ciudades limítrofes, viajaban con maletines repletos de dinero que cambiaban de mano, de posición y de bolsillo al capricho de esa diosa que nada tiene que ver con estos días. También cuentan y yo lo sé, que no hace muchos años un afortunado tras varias tiradas consecutivas de buenas, logro acaparar tal botín, que el dinero camuflado por bolsillos, entre ropas, atado junto al cuerpo, proporcionaba tal volumen que se hubo de llamar a la policía para que lo escoltase hasta llegar a casa, por miedo a ser atracado. También se cuentan historias mas tórridas que tal vez merezcan un escrito aparte, donde haciendas cambiaron de manos, e incluso se jugaron a las mujeres. Pero eso fueron otros tiempos, ayer la mesa estaba ligera de billetes para amontonar. El juego en si es simple, una mesa de billar de tres bandas, un poco adaptada, simplemente se coloca un foso en una esquina, en la esquina contraria la que se tira, un rodillo parecido al de amasar que se ha rebajado un poco en el centro para que entren ocho bolitas. Se golpea o empuja las bolitas con el objeto de que entren en el foso, pero solo interesa al tirador que ejerce de banca en ese momento, que entren pares o todas, que es cuando gana y hace buenas. Si entran impares pierde y son malas, si no entra ninguna se considera nulo, y a los tres nulos el tirador pierde su turno. Los ingredientes para hacer bien esta labor, son un 10% de habilidad y un 90% de suerte. Es un juego en que la organización no se queda nada de lo apostado, ni de la banca, ni de las personas que apuestan entre ellos de forma privada. Solo hay que sacar un numero que te da derecho a tirar y ahí, si se pagan tres Euros, los habituales, por no decir profesionales, sacan varios y a distintas horas para poder tirar en determinados momentos y tentar, o no agotar su suerte. En la parte de la mesa que no se usa, sobre el tapete verde se va dejando el dinero, montones que a la par se cubren. La adrenalina corre, la tensión se masca, la impaciencia se siente, un juego rápido en el que, el que tira con cada tirada dobla la cantidad siempre y cuando haya gente que lo cubra, así que en unas pocas tiradas si se empieza con 500€ podemos estar hablando de más de 32.000 ó 64,000€ cifras abultadas, que este año yo por lo menos no he visto. Un dato curioso, es que el juego esta vetado a mujeres, tanto para jugar como para mirar, un pequeño reducto que queda exclusivamente al hombre, y es así por que se hace en sociedades privadas que tienen sus normas.
Y ya con el día despertando vuelvo a casa con algún euro mas en el bolsillo, y con la sensación de que me faltan unas sopas de ajo, como las que se comen en el descanso de la procesión del cinco de copas en Zamora, una noche como esta. Hay que descansar que mañana, bueno hoy, dentro de unas horas hay que ir a un entierro, Santo, eso si. Ha llovido intensamente durante toda la noche y ahora me dejo mojar por el agua que cae ligera y me refresca el alma.

viernes, 8 de abril de 2011

...allí hay que irse a respirar, a soñar, a alargar las horas en lo infinito de las sensaciones...




Si algo caracteriza el final del invierno en este país, es el olor penetrante de las brasas de sarmiento aderezando el dulzón aroma del ajo asado. Los ajos sembrados en menguante antes de acabar el año, ofrecen el tamaño, textura y sabor idóneos para ser degustados con exquisito placer, regados con buen vino y mejor pan, por San José. Y esa es la fecha en la que el invierno deja de ser constante y se permite lindas ligerezas. Y no por eso, guarda agazapadas sus garras para días venideros. Y en esta época que es cuando en realidad el año comienza, cuando lo viejo, lo dormido retoma sus hábitos y despierta en flagrante despilfarro de aroma y color y decido contar lo que en este País de Jauja vaya aconteciendo o a mi interés me parezca oportuno.