miércoles, 22 de junio de 2011

¡¡¡ Caracoles !!!



Todavía pero con menos paciencia,
me siento a contemplar la carrera;
que los caracoles siempre pierden contra el tiempo,
pero el tiempo no gana, solo pasa.
Gunter Grass

Yo no me quedé contemplando su cansino caminar, me dispuse a ir de cacería, aprovechando las tormentas de estos días con su lluvia, su calma posterior y agradable temperatura. Invitaba a un paseo pausado, y aunque son animales a los que la velocidad no les sobra, tienen una innata habilidad para el camuflaje. Se entremezclan con la maleza, se cobijan bajo los bardales, trepan ágiles por los lomos de los chopos. Pero es ese momento con la calma y tras la lluvia en la que ellos pierden toda la compostura, empujados por el ansia del frescor de la hierba olvidan precauciones y se dejan ver en serpenteantes riadas lentas. O copulando sin frenético vaivén, es curiosa esa forma de aparearse, ensartándose una saeta espiral ambos e inseminándose al unísono, en un largo abrazo que dura interminables horas de (4 a 7) para terminar cavando un agujero y depositar allí los huevos. Es fácil si el vecino no se adelanta recoger un buen puñado para degustarlos en días venideros tras su correspondiente purga o limpia interior. Los míos ya están en el bote, mejor dicho en el saco de malla, dispuestos a ser usados por San Juan.

Y tras ese imponente desgaste de energía, he de decir a mi favor que de los que vi y se pusieron a mi alcance no se escapo ninguno, y de sudor continuado, hay que reponer líquidos. Con el veranito apetecen los refresquitos, y hoy le toca el turno al Kalimotxo, una bebida bastante vulgar, que bien preparada cambia totalmente su concepto. Refresca, sabe rico y apetece degustarlo. Para algunos es un ultraje utilizar un buen vino para combinarlo con cualquier bebida carbonatada. Yo soy de la opinión que una mezcla con buen vino, siempre será mejor que una mezcla con mal vino. Incluso la gaseosa adquiere otra dimisión cuando se aparea con uno de los primeros.
El kalimotxo de por si es una mezcla simple y socorrida, un vaso, hielos, coca cola y vino y aquí termina todo su misterio. Pero como no nos conformamos con lo normal, lo complicaremos, no mucho y lo mejoraremos.

Un vaso de cristal fino, de los de sidra, a poder ser frío o enfriado, abundante hielo, unos golpes de sirope de grosella o cualquier fruta roja, este es el mejorante, unas cortezas de limón para otorgarle un punto de frescura, el vino si es joven mejor, llevara la ventaja del afrutado y coca cola. Las cantidades yo me aventuro con un fifty fifty con los protagonistas de la mezcla, aunque podía ser algo más de coca cola que de vino. Puede ser un peligro probarlo, por que suele ser adaptivo, espero que os guste algo menos que a mí.

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